El alcalde de Maracaibo afirmó que “sí llovió, pero no pasó nada”

Las recientes inundaciones producto de las fuertes lluvias han causado graves daños a quienes habitan en los sectores de la Parroquia Coquivacoa. Una vez más, pierden todos sus enseres y hasta la vida. Estas inundaciones muestran una foto instantánea de cómo está Maracaibo y su fragilidad ante estas emergencias. En muchas zonas populosas, el agua dentro de las viviendas superó el metro de altura.

Esta contingencia confirma (nuevamente) tres cosas:

Primero: La ineficiencia en la recolección de la basura en esas barriadas, lo que convierte las cañadas en su relleno sanitario.

Segundo: La basura selló el cauce natural de las cañadas circundantes a esas comunidades.

Tercero: El gobierno municipal «olvidó» limpiar las cañadas meses antes de la llegada de las lluvias.

No existen razones para que no haya planificación en la gestión de nuestro gobierno local. Toda gestión pública requiere valorar las prioridades en la administración de las localidades para prever situaciones de riesgo. No hacerlo conlleva a lo que ha sucedido. Ahora las consecuencias son dramáticas y también trágicas, como muestra de ello está la pérdida de una vida humana, e innumerables pérdidas materiales.

Cuando el alcalde afirma que “sí llovió, pero no pasó nada”, está emulando al avestruz, que ante los peligros inminentes esconde la cabeza en un hueco, pero se le olvida esconder el cuerpo. Pero es además una afirmación desconsiderada, deshumanizada, porque él conoce la ciudad -al menos creemos que la conoce-, sabe que estas situaciones se presentan en época de lluvias y debería tener claro que siempre sucede algo, en menor o mayor medida, saber que las lluvias ocasionan problemas en algunos sectores de la ciudad.

Sepa el señor alcalde que llovió mucho, y sí pasaron muchas cosas. Sobre todo, muchas angustias de quienes viven en las comunidades vulnerables y recurrentemente afectadas. Ciertamente no podemos evitar las lluvias, sin embargo, sí podemos evitar consecuencias graves ocasionadas por ellas, sólo hace falta una gestión pública favorable a la ciudad y que tome en cuenta las zonas de riesgo.

Que Dios se apiade de todas las personas que sufren por la inexistencia de una planificación de acciones ante la temporada de lluvias.

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Dra. Vileana Meleán Valbuena

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