Un nuevo estudio sugiere que una porción significativa de nacidos entre principios de 2000 y 2010, llamados generación Z, no vería con malos ojos la idea de casarse con inteligencia artificial.
En un mundo cada vez más mediado por la tecnología, la manera en que las personas interactúan, se relacionan y hasta se enamoran está experimentando transformaciones profundas.
Un nuevo estudio sugiere que una porción significativa de jóvenes nacidos entre finales de los noventa y principios de los 2010, la llamada generación Z, no vería con malos ojos la idea de casarse con inteligencia artificial si existiera un marco legal que lo permitiera.
La encuesta, realizada por la empresa de compañía virtual Joi AI y citada por medios estadounidenses este fin de semana, incluyó a 2.000 participantes y arrojó datos sorprendentes sobre el vínculo entre jóvenes y tecnología emocional.
Un 83 % de los encuestados indicó que podría entablar una conexión emocional auténtica con un chatbot impulsado por inteligencia artificial. Además, el 80% no descartaría formalizar esa relación mediante un matrimonio simbólico o legal, mientras que el 75% cree que este tipo de vínculo podría incluso reemplazar completamente a las relaciones humanas tradicionales.
Para muchos integrantes de esta generación, que ha crecido rodeada de redes sociales, asistentes virtuales y algoritmos que predicen sus gustos, no es extraño imaginar que el afecto también pueda llegar a través de un dispositivo.
Lejos de parecer una fantasía de ciencia ficción, los vínculos con entidades digitales ya forman parte de la vida cotidiana de algunos jóvenes.
Jaime Bronstein, especialista en relaciones y terapeuta con licencia, ofreció su perspectiva sobre esta tendencia. Según ella, lo que más le llamó la atención fue la disposición emocional que muestra la generación Z hacia este tipo de interacciones.
“Esto demuestra una evolución radical en la forma en que los jóvenes conceptualizan la intimidad y el apego”, explicó. En sus palabras, un chatbot puede convertirse en “una especie de confidente constante o amigo leal que siempre está disponible para conversar, escuchar o brindar apoyo”.
Sin embargo, Bronstein también destacó la importancia de mantener un equilibrio saludable entre lo digital y lo humano.
Aunque la inteligencia artificial puede llenar vacíos emocionales o brindar compañía en momentos de soledad, no debe reemplazar completamente la interacción física y emocional con otras personas.
“La verdadera conexión sigue necesitando del contacto humano, de la presencia, de la vulnerabilidad compartida en el mundo real”, puntualizó.
Este fenómeno plantea preguntas éticas y sociales de gran alcance. ¿Qué implica para el futuro de las relaciones humanas si una parte creciente de la población prefiere el afecto algorítmico al interpersonal?, ¿estamos ante una transformación pasajera o ante el inicio de una nueva era en la comprensión del amor?
Aunque el matrimonio entre humanos y chatbots aún no es legal ni reconocido oficialmente en ningún país, la apertura de los jóvenes a esa posibilidad invita a reflexionar sobre el rumbo que están tomando nuestras emociones en la era digital.
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Prensa LOV/Carmen Cecilia Guerra
Agencia