¿Cavando su tumba política?

«Un error no se convierte en verdad por el hecho de que todo el mundo crea en él», Mahatma Gandhi.

El idioma castellano es muy prolífico, cargado de una riqueza inmensa que lo hace la segunda lengua más hablada del mundo. Nos permite a diario comunicarnos, entendernos y desenvolvernos. Su uso en la cultura, economía, salud, educación, ciencia, deportes o en cualquier actividad no tiene discusión. En política, por supuesto, también es necesario, indispensable, cuando su utilización busca elevar el debate o destruir al adversario.

En Venezuela en momentos de decisiones en la confrontación política muy similar a la actual que cierra este domingo 25M el debate electoral, cuando la población está llamada a elegir gobernadores, diputados a la Asamblea Nacional y Consejos Legislativos, el idioma permite confirmar que no somos distintos a otros pueblos, cuando el uso de este instrumento de la comunicación facilita la creación de formas escritas o habladas que sirven de herramientas de lucha.

Hoy en la confrontación estéril, absurda y lamentable entre los opositores venezolanos desunidos, divididos y dispersos, por el dilema de votar o no el 25M, encontramos que María Corina Machado, lidera el movimiento contrario a sufragar, abrogándose per se un derecho constitucional de la ciudadanía en general del país, incluida, la que está en desacuerdo con sus llamados abstencionistas, cuando existe el deseo de expresar un derecho ciudadano.

Es una conducta salpicada de un exagerado ego negativo, muy dañino que se manifiesta «cuando una persona antepone sus propios intereses, ignorando la opinión de los demás y mostrando falta de empatía», que la coloca en tener una postura sectaria, dogmática y dictatorial que rebasa cualquier lógica cuando contradice su propio discurso, –cercano a cumplir un año–, en la oportunidad que llamó a votar el 28J por Edmundo González Urrutia.

Ahora, exhibe una posición contraria, distinta y radical con el esfuerzo opositor en el que ella tuvo una posición muy relevante, importante y destacada que permitió unificar a toda la oposición y al ciudadano no militante en organizaciones políticas, que ayudó a ganar a Edmundo González Urrutia, –casi a diez meses de esa victoria–, que ahora es un motivo en el que su interés egocéntrico parece estar más cercano a bañarse de más gloria o cavar su propia tumba política.

Su actitud revela una dualidad que llega a un descabellado extremo de catalogar de buenos y malos, puros e impuros, leales o traidores a buena parte de los venezolanos que sufragaron el 28J y que el domingo reafirmarán esa decisión de la ruta electoral. Sin embargo, separar, parcelar y dividir entre «nosotros» y «ellos» a los propios opositores, no es otra cosa que mantener viva que la atención del país debe girar en torno a su figura y no en ningún otro escenario. 

Entiendo que existen personas que con todo el derecho, muy respetables, creen a «ciegas» en cualquier orden que sea indicada por ella. No pensar, analizar o evaluar si es de conveniencia para el país y no para satisfacer porcentajes de popularidad en los estudios de opinión pública, puede seguir costándonos la vida misma.

En este caso la culpa no es del ciego sino de quien le da el garrote. No olvidemos la historia de muchos países de Latinoamérica donde «los pueblos se dan el gobierno que quieren», cuando elegimos más con la emoción que con la razón. «La emoción a menudo influye en nuestras decisiones de manera inconsciente y rápida, mientras que la razón implica un análisis más deliberado y consciente. ¿No hemos aprendido cuándo estábamos en 1.998 y dónde estamos como país en 2.025?.

El domingo 25M es un escenario que a ella le cae como anillo al dedo cuando a través del prolífico castellano continúa usando el idioma para armar narrativas, mensajes y discursos que buscan, abierta o subliminalmente, el fracaso de la participación ciudadana haciendo llamados de desobediencia civil, entre personas a quienes une un mismo propósito político de salir de la tragedia social de Venezuela. Destruir, desaparecer o eliminar al liderazgo político que la contradiga o critique es lo que más le interesa, cual parodia similar a la romana del sólo «Pan y Circo».

No es un secreto que María Corina Machado en su vida pública de dirigente política ha llamado más a la abstención, –cinco veces– que a la participación ciudadana, –sólo en dos ocasiones–, rasgo muy característico en ella, sin diferencia alguna, cuando se ha tratado del sufragio presidencial, a gobernadores, alcaldes, diputados regionales o a la Asamblea Nacional.

Ella es la que más se asemeja con el desaparecido Presidente Hugo Chávez Frías (+) cuando él prometía convertir en «polvo cósmico» a los opositores a su gobierno, pero no le alcanzó el tiempo y la vida para lograr ese objetivo. No obstante, en el uso de desprestigiar, descalcificar y desacreditar a sus oponentes, –construyendo mensajes y narrativas fantásticas– a María Corina Machado el uso de las redes sociales le permite multiplicar cualquier tema que produzca conflictividad y división entre los venezolanos.

Quizá más de un trasnochado de sus seguidores que desconoce el derecho a disentir, califique mi atrevimiento en ser un despreciable misógino o maltratador del sexo femenino, pero siempre he respetado esa condición en las damas, porque descendemos de una de ellas aún cuando, en mi caso, ya no esté en el plano terrenal. Creo que el derecho de todo ciudadano comienza donde termina el del otro.

Un discurso, una narrativa o cualquier mensaje cambia según el momento, siempre cargado de animadversión, odio, rencor, difamación, venganza, resentimiento, división, maldad extrema y, en fin, una larga lista que es inoculada a una buena proporción de la población venezolana, –tontos útiles como identifican a otros opositores– siempre llena de un despropósito revanchista que eleva el ego malo de María Corina Machado.

«Un ego saludable», advierten especialistas, «contribuye a una buena autoestima, mientras que un ego excesivo, negativo, puede generar problemas como la vanidad y el miedo al fracaso». También, «un ego desequilibrado puede dificultar la empatía y la comunicación generando conflictos».

En conclusión, el único que ha ganado y sigue ganando tiempo y espacio es el gobierno que está en Miraflores, donde ha permanecido ya por 26 años, gracias a la torpeza, errores, frustraciones, egos, hipocresía y engaño de dirigentes opositores que juegan con la paciencia y la confianza de los venezolanos.

¡Amanecerá y Veremos!.

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José Aranguibel Carrasco/ CNP-5.003

Caricatura: Feyo

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