El Papa León XIV: Sus carismas son fermento de unidad en un mundo lacerado por la violencia

En la audiencia con los moderadores, responsables internacionales y delegados de las agregaciones eclesiales, el Papa León XIV subraya que estas realidades «tienen un papel fundamental en la evangelización» e insta a «colaborar» con el Papa por la unidad y la misión.

Poner siempre a Cristo en el centro, ser «fermento de unidad» en un mundo lacerado por la violencia y la discordia, mantener vivo el «impulso misionero»: esto es lo que pide el Papa León XIV a las asociaciones, movimientos y comunidades, donde miles de creyentes «viven su experiencia de fe y su apostolado».

Moderadores, responsables internacionales y delegados de las 115 «agregaciones eclesiales reconocidas o erigidas por la Santa Sede» se encuentran en Roma desde el pasado miércoles para el encuentro anual organizado por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida sobre el tema » La esperanza vivida y anunciada.

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El don del Jubileo para las agregaciones eclesiales, y a ellas el Pontífice ha expresado hoy, 6 de junio, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, su gratitud por el «servicio de guía y animación» realizado, y por el apoyo y aliento a los hermanos y hermanas en el camino cristiano, que «comporta responsabilidad, compromiso, a menudo también dificultades e incomprensiones, pero es una tarea indispensable y de gran valor», dijo el Papa León XIV

La vida cristiana no se vive en aislamiento

El Papa León XIV destaca lo «diversas» que son «las realidades agregativas», «por naturaleza y por historia», “todas”, sin embargo, «importantes para la Iglesia».

Tanto si «nacen para compartir una finalidad apostólica, caritativa o de culto, o para sostener el testimonio cristiano en ambientes sociales específicos» como si «han nacido de una inspiración carismática» o de «un carisma inicial que dio vida a un movimiento, a una nueva forma de espiritualidad y de evangelización», demuestran que «nadie es cristiano solo» y que «formamos parte de un pueblo, de un cuerpo que el Señor ha constituido».

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La vida cristiana no se vive aisladamente, como si fuera una aventura intelectual o sentimental, confinada a nuestra mente y a nuestro corazón. Se vive con los demás, en grupo, en comunidad, porque Cristo resucitado se hace presente entre los discípulos reunidos en su nombre.

Colaborar con el Obispo de Roma

En su discurso, León precisa a qué están llamados todos los cristianos y les exhorta a colaborar con el Obispo de Roma.

Unidad y misión son dos piedras angulares en la vida de la Iglesia, y dos prioridades en el ministerio petrino. Por eso, invito a todas las asociaciones y movimientos eclesiales a colaborar fiel y generosamente con el Papa, especialmente en estos dos ámbitos.

Extender la unidad

En cuanto a la unidad, «que tiene su fundamento en Cristo», el Pontífice subraya la comunión que se vive en las distintas realidades asociativas, la comunión «que el Espíritu Santo crea en la Iglesia», y nos invita a difundirla.

Esta unidad, que viven en grupos y comunidades, extiéndanla por todas partes: en la comunión con los Pastores de la Iglesia, en la cercanía con otras realidades eclesiales, haciéndose cercanos a las personas que encuentran, para que sus carismas estén siempre al servicio de la unidad de la Iglesia y sean ellos mismos «fermento de unidad, comunión y fraternidad» en el mundo tan lacerado por la discordia y la violencia.

Mantener vivo el impulso misionero

Luego, deteniéndose en la misión, León XIV recuerda su itinerario personal. Su pensamiento se remonta en el tiempo, a su ministerio en Perú: «La misión ha marcado mi experiencia pastoral y ha modelado mi vida espiritual», dice, recordando a quienes pertenecen a asociaciones, movimientos y comunidades el deseo de dar a conocer lo que han experimentado.

«El encuentro con el Señor», la «vida nueva»- y también el compromiso asumido de «dar a conocer el Evangelio en los lugares más lejanos, en los ambientes más difíciles, soportando dificultades y fracasos». Un compromiso que hay que llevar a cabo con perseverancia.

Mantengan siempre vivo entre ustedes este fervor misionero: los movimientos desempeñan aún hoy un papel fundamental en la evangelización. Entre ustedes hay personas generosas, bien formadas y con experiencia «sobre el terreno».

Es un patrimonio que hay que hacer fructificar, permaneciendo atentos a la realidad de hoy con sus nuevos desafíos. Pongan sus talentos al servicio de la misión, tanto en los lugares de primera evangelización como en las parroquias y estructuras eclesiales locales, para llegar a tantos que están lejos y, a veces sin saberlo, esperan la Palabra de Vida.

Todo es gracia

No es sólo una mirada al presente y a las necesidades eclesiales del momento actual, la del Papa, que recuerda el estímulo del Concilio Vaticano II al «apostolado asociado de los fieles», a las «asociaciones erigidas para la actividad apostólica en común», que «sostienen y forman a sus miembros», y de las que «pueden brotar frutos mucho más abundantes que si los individuos trabajaran por separado». 

El Pontífice subraya también lo esenciales que son «las realidades nacidas de un carisma» – «de un fundador o de un grupo de iniciadores» o inspiradas «por el de un instituto religioso»- añadiendo que todo en la Iglesia es gracia.

Porque, como explica la carta Iuvenescit Ecclesia, «la jerarquía eclesiástica y el sacramento del Orden existen para que “la oferta objetiva de la gracia”», «dada a través de “los sacramentos, el anuncio normativo de la Palabra y la atención pastoral”», permanezca siempre viva entre los fieles, mientras que los carismas «son distribuidos libremente por el Espíritu Santo para que la gracia sacramental fructifique en la vida cristiana de manera diversificada y a todos los niveles».

Así, «la institución existe para que la gracia sea siempre ofrecida» y los carismas son “suscitados” por Dios «para que esta gracia sea acogida y dé fruto», de modo que «despierten en los corazones el deseo del encuentro con Cristo, la sed de la vida divina que Él nos ofrece». Por eso, «los dones jerárquicos» y «los dones carismáticos “son coesenciales a la constitución divina de la Iglesia fundada por Jesús”».

Llamados a imitar a Cristo

Los movimientos y comunidades, originados por los carismas, han acercado a Cristo a muchas personas, que «han redescubierto la esperanza en la vida -señala también León- han descubierto la maternidad de la Iglesia y desean ser ayudados a crecer en la fe, en la vida comunitaria, en las obras de caridad, y a llevar a los demás, a través de la evangelización, el don que han recibido».

Por tanto, es importante tener presente que «el carisma es funcional al encuentro con Cristo, al crecimiento y maduración humana y espiritual de las personas, a la edificación de la Iglesia.

Todos estamos llamados a imitar a Cristo, que se despojó de sí mismo para enriquecernos. Así, quien persigue un fin apostólico con otros o quien es portador de un carisma está llamado a enriquecer a los demás despojándose de sí mismo. Y esto es fuente de libertad y de gran alegría».

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Prensa LOV/Carmen Cecilia Guerra

Vaticano

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