El camarlengo de la Santa Iglesia Romana, el cardenal Kevin Joseph Farrell, toma el mando del Vaticano desde este lunes 21 de abril, tras el fallecimiento del Papa Francisco. Sus funciones comenzarán esta tarde, a las 20:00 horas, con el rito de certificación de la muerte y la colocación del cuerpo del Papa Francisco en el ataúd, según lo previsto por el Ordo Exsequiarum Romani Pontificis.
A la muerte del Pontífice, todos los jefes de los dicasterios de la Curia Romana, tanto el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, como los cardenales prefectos y los presidentes arzobispos, así como los miembros de los mismos dicasterios, cesan en el ejercicio de sus cargos, excepto el camarlengo y el penitenciario mayor, que siguen ocupándose de los asuntos ordinarios, sometiendo al Colegio de los Cardenales todo lo que debiera ser referido al Pontífice.
El cardenal camarlengo debe además sellar el estudio y la habitación del Pontífice, disponiendo que el personal que vive habitualmente en el apartamento privado pueda seguir en él hasta después de la sepultura del Papa, momento en que todo el apartamento pontificio será sellado.
Entre otras funciones, también deberá tomar posesión del Palacio Apostólico Vaticano, y personalmente o por medio de un delegado suyo, de los Palacios de Letrán y de Castel Gandolfo, ejerciendo su custodia y gobierno; establecer todo lo que concierne a la sepultura del Pontífice; y cuidar, con el consentimiento del Colegio de los Cardenales, «todo lo que las circunstancias aconsejen para la defensa de los derechos de la Sede Apostólica y para una recta administración de la misma».
Igualmente, es competencia del camarlengo, durante la sede vacante, cuidar y administrar los bienes y los derechos temporales de la Santa Sede, con la ayuda de los tres cardenales asistentes, «previo el voto del Colegio de los Cardenales, una vez para las cuestiones menos importantes, y cada vez para aquéllas más graves».
Además, el documento precisa que durante la sede vacante, el Colegio de Cardenales administrará solo los asuntos ordinarios y urgentes, sin poder modificar leyes papales ni tomar decisiones reservadas al Papa.
«Sentimos una gran tristeza», dice a Efe Fabio, peregrino de Milán y fiel de la parroquia de Santa Margherita, que llegó esta mañana de peregrinaje en Roma como acompañante de un grupo de decenas de adolescentes para el Jubileo.
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Prensa LOV/Carmen Cecilia Guerra
Agencia