Entrevista con el sastre del Papa, Filippo Sorcinelli: cómo creó las vestiduras sagradas y la historia detrás de la mitra para la sepultura

En exclusiva con Infobae, Filippo Sorcinelli reveló cómo logró traducir el magisterio de Francisco a través del traje y qué legado dejó el Sumo Pontífice.

El sábado 26 de abril, cuando el Papa Francisco sea sepultado en la nave lateral de la Basílica de Santa María la Mayor, llevará sobre la cabeza una mitra creada por Filippo Sorcinelli, diseñador y artista italiano, el sastre de los papas. 

“Traté de imaginar una mitra que no impusiera su voz, sino que custodiara todas las voces que Francisco supo acoger: las de los últimos, los excluidos, los que sufren, junto a todos los que componen la comunidad de la Iglesia del mundo. Una mitra que hablara de humildad sin renunciar a la dignidad, es una piedra blanca, simple y absoluta enmarcada por el oro: un fragmento de eternidad”, dijo en diálogo exclusivo con Infobae.

Sumo Pontífice, organismo encargado de la preparación de las ceremonias presididas por el Papa, fue en 2008 cuando se le encargó una pieza para Benedicto XVI.

A partir de ese momento, su vínculo con el Vaticano se volvió más estrecho, diseñando más de 50 vestimentas para los dos últimos papas.

Sus diseños, que se comercializan bajo la etiqueta LAVS —acrónimo de Laboratorio Atelier Vesti Sacre, “alabanza” en latín—, la firma de indumentaria, mobiliario y accesorios litúrgicos para la Iglesia Católica que fundó en 2001, acompañaron el magisterio de Francisco de principio a fin, desde su misa inaugural en marzo de 2013 hasta su funeral.

“Fue un hombre sorprendente y coherente en su elección de una sobriedad en el lenguaje y en la presencia. Aplicó de manera personal lo que ya el Concilio Vaticano II había delineado: la idea de la ‘noble sencillez’. Las vestiduras sagradas que realicé para él no son objetos de escena, sino instrumentos de servicio. Hablan con voz baja, como él. No quieren deslumbrar, sino acompañar. Reflejan una liturgia encarnada, humana, profunda“, dice Filippo Sorcinelli, cuyo profundo y genuino vínculo con la religión inició en la infancia y fue marcado por su fascinación con los olores del incienso y las vestimentas litúrgicas.

Cortesía
Reconocido por su obra de temática religiosa, Giotto representó con frecuencia a San Francisco de Asís —el santo al que el Papa rindió homenaje con su nombre—, a quien dedicó hacia fines del siglo XIII una serie de murales en la Basílica que lo honra en Asís, Italia

Y agrega: “En mi intervención estilística para el papa Francisco, tuve en cuenta su procedencia geográfica, alejada de las liturgias europeas fuertemente ancladas en la tradición, y tuve la intuición de que el período histórico al que debía remitirme para sus vestiduras sagradas era el medieval, en particular a los frescos de Giotto”.

“Remitirme a esa estética en los ornamentos para el Papa Francisco fue algo natural: porque su mensaje llama a lo esencial y lo esencial es profundidad. El medioevo supo generar belleza como acto de fe, no de vanidad. Esa es la lección que me fascina: la belleza no es lujo, es acto sagrado, es el lugar donde el misterio se deja entrever”, explica Filippo Sorcinelli.

Y continúa: “Mis fuentes de inspiración son múltiples y muchas veces inesperadas: el canto de una armonía antigua [Filippo Sorcinelli es, además, organista], el rostro esculpido de un santo medieval, una fragancia olvidada en el aire, la sombra de un paño que cae sobre una piedra, las manos silenciosas de un artesano. Pero también las grietas, las contradicciones, las cosas que no encajan: a menudo son ellas las que revelan la esencia más profunda”.

Al googlear su nombre, los titulares entregan resultados que buscan hacer eco de esa contradicción: “Filippo Sorcinelli, el diseñador gay del Papa Francisco”, escriben.

Él dice: “Tuve el privilegio de acompañar, aunque fuera por un tramo, un pontificado que supo tocar fibras esenciales de lo humano y lo espiritual. Me alegra haber podido contribuir a esto, pero al mismo tiempo mi vida está en discusión. Este cambio personal se entrelaza con lo que creo que podría suceder también en la Iglesia: un nuevo magisterio no puede sino interrogarse sobre lo esencial. Menos poder, más escucha. Menos estructura, más aliento. Pienso en una Iglesia que no tema la fragilidad, que reconozca el valor de las periferias del alma y de las contradicciones, incluso de las propias. Una Iglesia que huela a humanidad y no solo a incienso”.

En estos términos habla, también, sobre el legado del Papa Francisco. “Su mensaje, en su esencia más pura, ha sido el de un retorno a la fuente, al ser humano, en su fragilidad y en su sed de sentido. Nos recordó que la Iglesia no es un museo de lo sagrado, sino una casa en construcción con habitaciones aún por habitar”.

Agrega que a nivel visual trató de “acompañar esa visión a través de una sobriedad que no renuncia a la belleza, sino que la transfigura. La sobriedad del Papa Francisco nunca fue privación, sino concentración en lo esencial” y que para plasmarla tuvo que “redescubrir una forma de belleza silenciosa, evitando todo adorno, todo exceso, todo destello superfluo”.

“Trabajar para un hombre tan coherente en sus elecciones, a veces radicales, me obligó –o mejor dicho, me invitó– a una adhesión más radical a la verdad de las cosas”, dice.

Los diseños de LAVS son realizados en seda y en lana y bordados a mano en su atelier de Santarcangelo di Romagna, Rimini, con precios que oscilan entre los mil y los siete mil euros. Cuenta con dos boutiques, una en Asís y otra cerca del Vaticano.

Justo al lado de esta última, en Borgo Vittorio 85, se encuentra su perfumería artística en la que vende sus múltiples líneas de fragancias —que nacen, en un principio, con el objetivo perfumar la vestimenta litúrgica—: UNUM, con una impronta espiritual y conceptual; MEMENTO – Extrait de Sacristie, una colección lanzada en 2024 que narra lugares sagrados a través del olfato; y Extrait_de_musique, perfumes inspirados en la música de órgano.

“Todo lo que creo nace de una misma urgencia: hacer visible lo invisible, audible el silencio, respirable el alma. Cada gesto creativo, para mí es una liturgia —aunque no siempre se desarrolle en una iglesia. Es un intento de traducir lo espiritual en forma, color, sonido, olor», dice Filippo Sorcinelli.

“La belleza, para mí, es eso: herramientas distintas para buscar lo absoluto. En toda forma auténtica de belleza siento resonar un eco de lo eterno; en ese sentido, belleza y fe no están separadas, sino que son hermanas. Caminan juntas en la oscuridad, buscando un origen que no se puede poseer, solo contemplar”, completa.

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Prensa LOV/Carmen Cecilia Guerra

Infobae

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