Más de 6.000 mujeres familiares de combatientes extranjeros del Estado Islámico (EI o Daesh) confinadas en el campamento de Al Hol, en el noreste de Siria y bajo control kurdo, han incrementado las protestas violentas exigiendo su liberación tras el colapso del régimen de Bachar al Asad el 8 de diciembre y la llegada al poder en Damasco de un grupo islamista.
El campamento de Al Hol, establecido en 2016, se encuentra en la provincia de Hasaka, en el noreste de Siria, cerca de la frontera con Irak. Actualmente alberga a aproximadamente 40.000 desplazados, en su mayoría iraquíes y sirios. Sin embargo, su pabellón más peligroso está habitado por familias del EI y cuenta con 6.385 personas de 42 nacionalidades.
Según la directora del campamento, Jihan Hanan, la caída del régimen de Al Asad ha devuelto la esperanza a las familias de los miembros del EI, retenidas en el campamento, asediado por las fuerzas kurdas, de poder salir. Ahora creen que están más cerca de alcanzar la libertad debido al caos que vive Siria.
Protestas violentas
Hanan añade que estas familias, con ideas «muy extremistas», no se limitaron a esperar, sino que comenzaron a organizar manifestaciones violentas, que incluyeron la destrucción del mercado del campamento y la suspensión indefinida del proceso educativo, lo que llevó a algunas organizaciones de ayuda a suspender sus actividades.
«En este período, el proceso educativo se detuvo después de que el equipo pedagógico fue golpeado y las aulas fueron destruidas», dice.
La investigadora en movimientos islamistas extremistas, Lamar Arkandi, opina que las esperanzas de los extranjeros detenidos en prisiones y campamentos en Siria se han duplicado. Esto se debe también a que el líder de Hayat Tahrir al Sham (HTS), Ahmed Charaa, quien derrocó a Al Asad, mencionó la posibilidad de otorgar la ciudadanía siria a los combatientes extranjeros.
Sin embargo, el EI desconfía de HTS para liberar a sus mujeres del campamento de Al Hol debido a las diferencias políticas e ideológicas entre ambos grupos, pero podría optar por atacar directamente este campamento y las prisiones que albergan a sus miembros, aprovechando la inestabilidad en Siria.
Debido a la agresividad de los residentes del campamento, no es posible recorrerlo por dentro. Sin embargo, desde lejos se puede observar a mujeres vestidas con velos integrales negros desplazándose en todas direcciones, acompañadas de sus hijos.
Mientras tanto, algunos de ellos lanzan piedras e insultos a cualquier persona que se acerque a la valla exterior.
EFE observó a distancia una parte saboteada del mercado del campamento, donde las fachadas de las tiendas resultaron dañadas y los puestos de hojalata fueron completamente destruidos. Además, varios puntos de la valla exterior del campamento se deterioraron tras los intentos de abrirla para escapar.
El vandalismo no solo afectó a Al Hol. Después de la caída del régimen de Al Asad, hubo un motín en el campamento de Mahmudli, en la ciudad de Al Tabqa (norte), donde los residentes incendiaron almacenes, que contenían tiendas de campaña, alimentos, queroseno para calefacción y estufas, causando pérdidas materiales significativas.
Un sistema represivo
Los residentes del pabellón extremista de Al Hol, predominantemente de nacionalidad rusa, han establecido un sistema islámico represivo de control social llamado ‘hisba’, y es como una autoridad de facto que impone sus decisiones a todos y castiga a quienes las infringen con penas que van desde los latigazos hasta la muerte.
«Ahora, la ‘hisba’ ha decidido cerrar el mercado que estaba en el campamento, y esta decisión se impuso incluso aunque hubiera mujeres que se oponían. Quien lo infrinja será castigado. Durante nuestra última patrulla en el campamento, encontramos el cadáver de una mujer», añade la directora.
Dijo que en 2022, dos hermanas egipcias, de entre 13 y 15 años, fueron asesinadas y sus cuerpos arrojados a un desagüe. «No sabemos qué pecado cometieron hasta que se tomó la decisión de matarlas».
Una de las preocupaciones de la administración es que muchos de los hijos de las mujeres del EI en Al Hol ya no son menores de edad y han cumplido 18 años. Sin embargo, las transferencias a otros centros para su rehabilitación se han detenido debido a la falta de apoyo internacional.
En una de las últimas ediciones de su revista de propaganda ‘Al Nabaa’, el EI criticó la gran difusión por parte de los medios de comunicación mundiales del sufrimiento de los prisioneros sirios en la prisión de Saydnaya, al norte de Damasco, y en su lugar llamó la atención sobre el campamento de Al Hol.
«Nadie puede predecir el futuro. El campamento de Al Hol se ha convertido en una bomba lista para explotar, pero nadie sabe cómo será esta explosión, ni cómo reaccionará la comunidad internacional ante esta situación», añade Hanan.
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Prensa LOV/CCGuerra