Putin viaja a Mongolia pese a amenaza de arresto para garantizar el bombeo de gas a China

El presidente ruso, Vladímir Putin, viaja hoy a Mongolia en su primera visita a un país que ha ratificado el Estatuto de Roma, el tratado fundador de la Corte Penal Internacional (CPI), que ordenó su arresto por crímenes de guerra en Ucrania.

Putin nunca había corrido tales riesgos desde que La Haya emitiera la orden en marzo de 2023, pero la necesidad de rutas alternativas para el gas ruso con destino a China es una cuestión de vida o muerte para Rusia y su economía de guerra.

En los últimos 18 meses Putin renunció a viajar a ciertos países por ese mismo motivo, siendo el caso más flagrante la cumbre del grupo BRICS que se celebró en agosto del pasado año en Sudáfrica, en la que fue el gran ausente.

La CPI y Ucrania piden a Mongolia que detenga a Putin

La CPI no se anduvo por las ramas y el viernes pidió oficialmente a Mongolia, que firmó el tratado en el año 2000 y lo ratificó en 2002, que coopere con ese tribunal y detenga al presidente ruso.

“Los Estados Partes del Estatuto de Roma de la CPI tienen la obligación de cooperar de conformidad con el Capítulo IX del Estatuto de Roma, mientras que los Estados no Partes pueden decidir cooperar de manera voluntaria”, subraya.

El tribunal alertó de que “en caso de falta de cooperación, los jueces de la CPI pueden informar de ello a la asamblea de los Estados Partes, que a continuación adoptaría las medidas que considere apropiadas”.

Ucrania también se sumó a la campaña y expresó su esperanza de que “Mongolia entienda que Putin es un criminal de guerra”.

“El secuestro de niños ucranianos es sólo uno de los muchos crímenes por los que Putin y el resto de dirigentes políticos y militares de Rusia deben afrontar justicia”, informó el Ministerio de Exteriores ucraniano.

Todo atado y bien atado, según el Kremlin

En cambio, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, aseguró que “todos los aspectos de la visita han sido preparados minuciosamente”.

“No, no estamos preocupados (…) Tenemos un magnífico diálogo con nuestros amigos de Mongolia”, zanjó en rueda de prensa Peskov, al ser preguntado si existían temores respecto a la posible detención del mandatario ruso en el país incrustado entre Rusia y China.

El asesor internacional del Kremlin, Yuri Ushakov, confirmó el lunes la visita y la reunión de Putin el martes con su homólogo mongol, Ukhnaa Khurelsukh.

En una entrevista al diario Onoodor en vísperas de la visita, Putin subrayó que Rusia y Mongolia cooperan exitosamente en muchos ámbitos, incluido en materia de Defensa y Seguridad.

Mongolia fue satélite comunista del Kremlin desde su independencia en 1921 hasta la desintegración soviética en 1991, pero desde entonces ha reforzado los lazos con Estados Unidos y la vecina China, ambos interesados en sus abundantes recursos minerales.

Mongolia tiene la llave del gas

Sea como sea, Putin, que hizo el lunes escala en la región siberiana de Tuvá, vecina de Mongolia, tiene que buscar en Asia alternativas para los hidrocarburos rusos ante el antagonismo con Occidente.

Poco antes de la visita, Mongolia echó un jarro de agua fría a Rusia al no incluir la partida de financiación del gasoducto Fuerza de Siberia-2 para los próximos cuatro años, lo que ha sido interpretado como una congelación de dicho proyecto de más de 2.500 kilómetros, de los que casi mil cruzan ese país.

Ese gasoducto, que tendría una capacidad de bombeo de 50.000 millones de metros cúbicos, es fundamental para incrementar los suministros de gas a China, ya que, según reconoció la pasada semana Gazprom, el Fuerza de Siberia-1 alcanzará el próximo año su capacidad máxima de bombeo, 38.000 millones de metros cúbicos anuales, volumen a todas luces insuficiente para la industria china.

Según expertos chinos y occidentales, Pekín tampoco quiere poner todo los huevos en una sola cesta y está promoviendo al mismo tiempo un gasoducto con Turkmenistán -principal exportador de gas a China-, mucho más corto que el que transportará gas desde la península de Yamar y Siberia Occidental al norte de China.

Con todo, Putin explicó al Onoodor que ya no hay marcha atrás, ya que el gasoducto fue aprobado, el operador que gestiona el proyecto sigue trabajando según el calendario previsto y las autoridades mongolas están interesadas en no sólo servir como país de tránsito, sino también quedarse con parte del gas.

En un intento de vencer cualquier posible resistencia, Moscú negocia con Ulán Bator un acuerdo para el suministro de combustible a precios subsidiados y también un acuerdo de libre comercio con la Unión Económica Eurasiática liderada por Rusia.

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Prensa LOV/CCGuerra

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