El presidente Trump recibió un susto de los directores ejecutivos y los mercados el lunes. El martes, mitigó algunas de sus amenazas más duras, mostrando una postura más suave con respecto a China y retractándose de su retórica agresiva contra la Reserva Federal.
Por qué es importante: El presidente está decidido a transformar la economía. Sin embargo, es sensible a la fluctuación de los mercados y a las súplicas de poderosos líderes corporativos e inversores que temen lo peor de sus arrolladores esfuerzos.
Los directores ejecutivos de tres de las mayores cadenas minoristas del país —Walmart, Target y Home Depot— le advirtieron en privado que su política arancelaria y comercial podría interrumpir las cadenas de suministro, aumentar los precios y vaciar los estantes, según fuentes familiarizadas con la reunión.
«Los directores ejecutivos de las grandes cadenas le dijeron sin rodeos [a Trump] que los precios no van a subir, que están estables ahora mismo, pero que subirán. Y no se trataba de comida. Pero le dijeron que los estantes estarían vacíos», declaró a Axios un funcionario de la administración familiarizado con la reunión.
Otro funcionario informado sobre la reunión afirmó que los directores ejecutivos le dijeron a Trump que las interrupciones podrían hacerse notar en dos semanas.
Mientras esto ocurría, los mercados financieros se desplomaban —acciones, bonos, dólar—, mientras los inversores entraban en pánico ante las últimas amenazas de Trump de destituir al presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, y socavar la independencia del banco central.
Luego, el martes, bajó el tono.
Su secretario del Tesoro, luego su secretario de prensa, y finalmente el propio Trump, indicaron que las conversaciones comerciales con China eran inminentes, comenzaban con buen pie y darían como resultado un acuerdo con aranceles mucho más bajos que el 145% actual. Trump declaró entonces a los periodistas en el Despacho Oval que no tenía intención de despedir a Powell, a pesar de que su principal asesor económico afirmó la semana pasada que la Casa Blanca estaba estudiando los detalles para hacerlo.
Los mercados, tras obtener lo que querían, se recuperaron rápidamente con fuerza. Las acciones se dispararon y el dólar se disparó.
La intriga: Los funcionarios de la Casa Blanca se irritan ante la idea de una postura blanda por parte de Trump. Un alto funcionario afirmó que el presidente simplemente estaba demostrando que está listo para llegar a un acuerdo y que se siente «optimista de que podemos avanzar».
«Esto es lo que hace Donald Trump. Lidera con influencia», declaró el funcionario. «Incita a la gente a la negociación. China ha expresado interés en negociar. Y el presidente ha dejado claro que si ellos cooperan, él también cooperará».
Entre líneas: El cambio de tono de Trump coincide con un cambio en su perspectiva.
El secretario del Tesoro, Scott Bessent, ha estado ejerciendo más influencia en las últimas semanas, supuestamente interpelando a Trump —hasta el punto de irrumpir en el Despacho Oval cuando otros asesores no estaban presentes— para convencerlo de que moderara su postura en beneficio de los mercados.
En resumen: Por primera vez desde que Trump entró en la vida política, las encuestas muestran que la mayoría de los votantes desaprueba la gestión de la economía por parte de Trump.
La inflación —que, según él, es inexistente— sigue algo alta, el crecimiento se está desacelerando y los fabricantes están perdiendo confianza.
La recesión no es inevitable, pero parece mucho más probable ahora que hace un par de meses.
En todo el mundo, la tendencia a vender productos estadounidenses se está consolidando, a medida que los inversores empiezan a comprender que décadas de ortodoxia sobre los activos estadounidenses como refugios seguros podrían ya no serlo.
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Prensa LOV/Carmen Cecilia Guerra