«Seis semanas (de tregua) son insuficientes para deshacer la devastación de un territorio», lamenta desde Gaza Rosalía Bollen, portavoz del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), viendo cómo el final del alto el fuego en la Franja atenta contra una población que aún no se había recuperado de la guerra cuando se ha vuelto a ver inmersa en ella.
Tiempos insuficientes
«Es físicamente imposible cumplir las necesidades de la gente», asegura en una entrevista con EFE desde un recinto de UNICEF en Rafah, sur de Gaza, fronterizo con la «zona segura» de Mawasi, hacia donde muchos palestinos que habían regresado a sus hogares durante la tregua (unos 376.000 solo al norte) huyen de nuevo ante las crecientes órdenes de evacuación israelíes sobre la Franja.
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Bollen asegura que no ha habido momento en el que la llegada de recursos fuera insuficiente: ni durante la guerra, cuando Israel limitaba notablemente el acceso de ayuda; ni durante las seis semanas de tregua, en las que aunque el flujo aumentó seguía siendo insuficiente; ni desde principios de marzo, cuando el Gobierno de Benjamín Netanyahu cortó completamente el acceso de ayuda al enclave.
«Seis semanas de tregua son insuficientes «
También a principios de mes Israel cercenó el suministro eléctrico a Gaza para presionar a Hamás a aceptar sus exigencias de cara al alto el fuego, dejando así de proveer la planta desalinizadora de la Franja que supervisa UNICEF y reduciendo el acceso a agua potable de la población.
La imagen general que Bollen describe de Gaza hace invisibles seis semanas de tregua: «Tienes a siete, ocho, nueve personas en una sola tienda de campaña, en un solo espacio. No tienen ropa cálida, no siempre tienen mantas o colchones. No tienen acceso a comida nutritiva. Tienen problemas para encontrar agua potable. Si enfermas o desgraciadamente resultas herido es posible que los hospitales no te puedan atender, que no tengan los recursos».
«Durante quince meses (de guerra) la población ha estado recibiendo ayuda con cuentagotas», añade, recordando cómo la tregua supuso un tímido respiro al menos en las visitas al mercado, donde se volvieron a ver alimentos frescos y los precios bajaron tras más de un año completamente disparados.
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El bloqueo israelí y el retorno de la Franja a la guerra echó a perder los escasos avances logrados, como la caída de los precios. También la fruta ha desaparecido completamente de las estanterías. Una de las compañeras de la portavoz de UNICEF acudió al mercado este jueves para encontrarse allí con precios desorbitados, como un saco de cinco kilos de patatas por 100 dólares.
A las dos semanas del inicio del alto el fuego, UNICEF había provisto a casi 10.000 familias (más de 82.000 personas) con un sistema de transferencias digitales que les permitían comprar en un mercado que empezaba a reabastecerse. Ahora, dice Bollen, quienes pueden llegar al él entre los crecientes bombardeos vuelven a tener problemas para afrontar los precios que allí encuentran.
Impacto psicológico
El impacto psicológico del final del alto el fuego, que Israel rompió en la madrugada del martes con una oleada de bombardeos precisamente en la víspera de cumplir su segundo mes, ha sido demoledor: «La gente atraviesa un dolor horrible».
Los niños, foco del trabajo de UNICEF, constituyen hasta ahora el mayor grueso de víctimas mortales por la nueva ofensiva israelí con al menos 200 fallecidos, según el Ministerio de Sanidad de Gaza.
Entre los servicios que el Fondo provee en el enclave se encuentran los educativos, si bien los 150 centros de aprendizaje temporales que gestiona a lo largo de la Franja han tenido que suspender las clases por la nueva ofensiva.
«Apoyaremos la reanudación no sólo de las actividades de aprendizaje, sino también de las recreativas y las actividades psicosociales y de salud mental. Los niños han quedado profundamente traumatizados y marcados por los primeros 15 meses de guerra», explica Bollen a EFE en una videollamada, asegurando que estas labores son cruciales para que los niños puedan vivir «un poco de normalidad».
Bollen destaca además la situación crítica de los neonatos en Gaza. Con una media de unos 50.000 nacimientos al año, las malas condiciones de vida a las que las embarazadas están sometidas llevan a que muchos bebés sean prematuros y, según la portavoz, el 10 % necesitan atención médica nada más nacer.
Sin embargo, durante la guerra Israel destruyó muchos de los equipos necesarios: «En muchos hospitales ves agujeros de bala en la pared. Los muros están oscurecidos por las explosiones. He visto muchos equipos hechos pedazos, incluyendo incubadoras».
La agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA) recoge que al menos 20 ventiladores para unidades de cuidados intensivos neonatales y nueve incubadoras portátiles quedaron varadas en la frontera cuando Israel bloqueó el acceso de ayuda a Gaza.
Los bombardeos se han cobrado desde la madrugada del martes hasta fecha las vidas de casi 600 personas, según las cifras del Gobierno de Hamás en Gaza, mientras que muchas continúan atrapadas entre los escombros.
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Prensa LOV/Carmen Cecilia Guerra
Agencia