¡La Realidad del Periodismo! En el marco del mes del periodista, es esencial detenernos a reflexionar sobre la relación entre los comunicadores y quienes ocupan posiciones de poder, ya sean marcas, políticos o instituciones.
Una creencia errónea que persiste en este entorno es la idea de que los periodistas «comen del aire» y carecen de necesidades básicas, lo cual no solo es injusto, sino que también denota una profunda falta de entendimiento sobre la función vital que desempeñan los medios de comunicación en nuestra sociedad.
Los periodistas somos intermediarios entre la información y el público.
A través de nuestro trabajo, se informan sobre las actividades y gestiones de diversas entidades, contribuyendo a la transparencia y la rendición de cuentas.
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Sin embargo, hay quienes parecen olvidar que esta labor no es gratuita ni está exenta de riesgos. En muchos casos, los reporteros enfrentamos condiciones precarias, sin acceso a protección social adecuada ni a remuneraciones justas por nuestra labor.
Esta situación exacerbada por la precariedad laboral, pone en evidencia la falta de respeto hacia nuestra profesión que busca, ante todo, informar y educar a la ciudadanía.
Esta desvalorización del periodismo afecta no solo a los profesionales, sino también a la calidad de la información que reciben. Sin un apoyo mínimo y un reconocimiento por parte de las marcas y políticos, la labor periodística se encuentra amenazada, lo que repercute directamente en la democracia.
Cuando se minimiza la importancia del periodismo, se socava la posibilidad de contar con una sociedad bien informada, capaz de tomar decisiones fundamentadas y de involucrarse activamente en la vida pública.
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Por lo tanto, es momento de que las marcas, políticos e instituciones reflexionen sobre sus actitudes hacia los periodistas. Reconocer el esfuerzo y la dedicación que implica el trabajo informativo es el primer paso para construir una relación más equitativa.
La defensa de la libertad de prensa y de los derechos de los periodistas debe ser una prioridad compartida, no solo para quienes ejercemos esta noble profesión, sino para toda la sociedad que se beneficia de nuestra labor.
En este mes del periodista, propongamos un cambio en la narrativa que rodea al periodismo, privilegiando el diálogo y el respeto mutuo. Solo así podremos avanzar hacia un entorno donde la información fluya libremente y en justicia para todos.
El Día del Periodista se acerca, un momento que tradicionalmente se celebra con halagos y reconocimientos a la labor informativa.
Sin embargo, en medio de las festividades, emerge una realidad inquietante: muchos periodistas nos sentimos utilizados y poco valorados, mientras la sociedad asume erróneamente que esta profesión está colmada de recursos económicos y posibilidades ilimitadas.
La imagen del periodista que vive cómodamente en su casa, con una «mata de dinero» a su disposición, es un mito que dista mucho de la realidad. En un mundo donde las plataformas digitales han revolucionado el acceso a la información, la remuneración por el trabajo periodístico ha sido cada vez más precaria.
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Muchas veces, los profesionales de la comunicación nos vemos obligados a aceptar pagos muy bajos o condiciones laborales desfavorables, ya que la pasión por informar no siempre se traduce en estabilidad económica.
Se habla de nosotros como si tuviéramos el poder de cambiar el mundo con un solo artículo, pero rara vez se reconoce el esfuerzo detrás de cada publicación. Detrás de cada noticia hay horas de investigación, entrevistas y ediciones.
Sin embargo, al final del mes, muchos de nosotros nos enfrentamos a la cruda realidad de no tener suficientes ingresos para satisfacer nuestras necesidades básicas, como comprar un par de zapatos.
El “gracias” es un reconocimiento valioso, pero no paga las cuentas.
Es fundamental que la sociedad comprenda que el periodismo, como cualquier otra profesión, requiere inversión y reconocimiento económico. Al fin y al cabo, la calidad de la información que reciben está intrínsecamente ligada a las condiciones laborales de quienes la producen.
Mientras se aproxima el Día del Periodista, es hora de reflexionar sobre cómo se valora el trabajo periodístico.
No somos solo voces que cuentan historias; somos profesionales que merecemos un respeto y una compensación adecuada por nuestra labor. Que este año, más que un simple agradecimiento, se traduzca en un compromiso colectivo por dignificar el trabajo de aquellos que se esfuerzan por mantener informada a la sociedad.
Al celebrar el Día del Periodista, debemos no solo reconocer la labor de quienes se dedican a informar, sino también abogar por un entorno que valore y proteja el periodismo en todas sus formas. Es hora de apreciar su impacto y trabajar juntos para asegurar que la voz de los periodistas sea siempre escuchada y respetada.
Los periodistas, como todos, tienen familias que alimentar, alquileres que cubrir y sueños que financiar.
La precariedad laboral en la que muchos nos vemos inmersos no solo afecta nuestro bienestar emocional, sino también nuestra estabilidad económica. En lugar de recibir el pago justo por nuestro trabajo, a menudo debemos conformarnos con promesas de exposición o reconocimiento que no nos ayudan a llegar a fin de mes.
Por ello, es fundamental que en este Día del Periodista no solo se celebren las contribuciones de nosotros los profesionales, sino que también se nos brinde el apoyo necesario para que podamos ejercer su labor dignamente. Aumentar las tarifas, ofrecer mejores condiciones laborales y fomentar un ambiente donde se valore nuestro trabajo—no solo con aplausos, sino también con remuneraciones justas—es esencial.
Recordemos que cada reportaje, cada noticia y cada historia contada, tiene un costo detrás.
Por lo tanto, al celebrar a los periodistas, también deben comprometerse a brindarnos lo que realmente necesitamos: apoyo económico y profesional. Un «gracias» no va al supermercado. Necesitamos que se nos reconozca y que actuen en función de las realidades económicas que enfrentamos, para construir un futuro más justo para todos en el ámbito del periodismo.
En conclusión, valoremos no solo la pasión que colocamos los periodistas en su trabajo, sino también las necesidades que son parte de nuestra vida cotidiana. Un verdadero homenaje implica acción, y es hora de que esa acción se traduzca en mejoras tangibles en nuestras condiciones laborales.
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Prensa LOV/Carmen Cecilia Guerra