Los anhelos de una vida mejor, en paz, en igualdad de oportunidades para todos, son los principales retos que junto al llamado a la unidad, dejando atrás las diferencias ideológicas, ha planteado Gustavo Petro, como recién juramentado presidente de Colombia.
La victoria de un movimiento progresista en la actual República de Colombia, nos obliga para pensar en la gran nación que fuimos. La que desveló al Libertador de nuestras patrias nacidas gemelas de su alma.
Bien destacó Petro durante su juramentación que necesitamos estar más unidos que nunca y que como dijo alguna vez Simón Bolívar: “La unión debe salvarnos, como nos destruirá la división si llega a introducirse”. Corresponde ahora, 200 años después, a gobiernos de ambas naciones hermanas, asumir la integración que sólo han manejado las élites para sus beneficios.
La integración del hombre y la mujer de a pie, los mismos que vinieron a luchar por libertad a cada lado de la frontera que se estableció rompiendo la patria común, pagando al guardia, al guerrillero o al paramilitar. Regularizar el tránsito libre, la identidad sin trabas, sincerar que en Venezuela viven millones de neo granadinos y que allá viven millones de venezolanos. Imitar al wayúu que va libremente a cada lado haciendo cierta una realidad.
Acelerar la validación de grados y títulos de profesiones que puedan ejercerse de ambos lados, pasando sobre burocracias que son muchas veces alcabalas de vicios. Empezar por lo sencillo y diario, lo que ocurre en la frontera, despenalizarlo, ordenarlo. Nos corresponde ir muy rápido, ahora que la historia nos da el chance, para hacer la unión verdadera de pueblo y derrotar la separación y manipulación de élites egoístas que nos han dividido.
El pasado 19 de junio, habló, se expresó, el pueblo colombiano de a pie, con su mestizaje, con sus realidades y sus valores para levantar esas esperanzas. Mucho trabajo tendrá hacia dentro de la patria hermana el nuevo presidente y su equipo de gobierno para cumplir promesas. Para concretar expectativas de sus ciudadanos.
En las condiciones de relación entre nuestras naciones, debemos prepararnos para lo que no se ha dado en los últimos años. De hecho el primer encuentro en Táchira entre los cancilleres de Venezuela y Colombia, nos habla del interés un diálogo sincero y constructivo a favor de la gente común. Diálogo y acciones con participación verdadera de la gente de ambos países y especialmente la de la frontera extensa, para reconocerse, para hermanarse, para ayudarse.
Debemos entender neogranadinos y venezolanos, que de verdad es la primera vez en que coinciden en ambos países de la Gran Colombia, oportunidades para potenciar las amplias posibilidades de nuestra gente, de nuestra geografía. Una visión global al tema de ambas naciones es urgente, una visión de patria grande es vital.
Citando al propio Presidente Petro, «entendamos de una vez y para siempre que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa. Y que juntos somos más fuertes. Hagamos realidad esa unidad con la que soñaron nuestros héroes, como Bolívar, San Martín, Artigas, Sucre. Hoy necesitamos estar más juntos y unidos que nunca».
La presencia de la espada de Bolívar como primera orden presidencial de Petro contiene una carga simbólica: compromiso de lucha por la justicia y la felicidad de su pueblo, ya no por las armas, sino por las vías democráticas y el compromiso de contribuir al sueño de la Gran Patria Latinoamericana.
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Francisco j. Arias Cárdenas
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