¿Qué es y cómo se transmite? Fiebre de Oropouche, el Virus que mantiene a Cuba en Alerta

La fiebre de Oropouche es una enfermedad producida por un virus del mismo nombre, que se describió por primera vez en una persona que trabajaba en una zona selvática de Trinidad y Tobago, en Vega de Oropouche. Aunque este primer caso fue en 1955, y desde 1960 ha habido muchos brotes de esta patología, sobre todo en Brasil, no es hasta fechas recientes que se ha hecho algo más conocida entre el gran público, sobre todo tras su extensión a la Región del Cusco, en Perú.

El virus se describió por primera vez en Vega de Oropouche, Trinidad, en 1955. Desde entonces se han identificado diferentes brotes de la infección, destacando el brote urbano en Belem, Brasil, en 1961 o el mayor brote registrado, en torno a 100.000 casos, que tuvo lugar en el estado de Para en 1980.

En 1992 se detectó por primera vez en Perú, en Iquitos, produciendo 8 casos. También se han notificado casos en Caribe (Trinidad y Tobago), en Centroamérica (Panamá) y en otras regiones de Suramérica como Surinam y Colombia.

De este modo se calcula que desde los años 60 ha producido en torno a medio millón de casos en Brasil. Si bien es cierto que la similitud con otras arbovirosis hace que su incidencia real sea desconocida.

Dado que se trata de un arbovirus emergente y poco identificado en las Américas, la detección de una muestra positiva y confirmación de un caso requiere la utilización del Anexo 2 del RSI y su consecuente notificación a través de los canales establecidos del Reglamento Sanitario Internacional.

Epidemiología

Llama la atención que es en Brasil donde se registran brotes de cientos de casos, mientras que en otras regiones, como en Perú, los brotes son mucho más limitados. Actualmente se acepta que su distribución abarca principalmente el norte de Sudamérica, considerándose endémico en el noroeste de Brasil.

Patogenia

Es un virus con envuelta cuyo genoma es una cadena de ARN de sentido negativo dividida en tres segmentos S (del inglés small), M (del inglés medium) y L (del inglés large). El segmento S codifica la nucleocápside y proteínas no estructurales, el segmento M las glicoproteínas y el segmento L la polimerasa del virus.

Se diferencian tres genotipos basados en el segmento S: genotipo I incluye los OROV aislados en Brasil y Trinidad, genotipo II los aislados en Brasil y Perú, y el genotipo III representado por formas aisladas en Brasil y Panamá.

El segmento M es el responsable, en gran medida, de las diferentes capacidades patogénicas de los virus del género Orthobunyavirus.

Ciclo biológico

Presenta tanto un ciclo urbano como uno selvático. En el ciclo epidémico urbano, el ser humano es el huésped amplificador. Los vectores responsables de las transmisión en el ciclo selvático son los mosquitos Aedes y Culex (Coquillettidia venezuelensis en Trinidad, Ochlerotatus serratus y Culex quinquefasciatus en Brasil), mientras que en el ciclo urbano es Culicoides paraensis el principal vector.

Como posibles reservorios del virus en el ciclo selvático se ha aislado éste en el tití de pincel negro y en el perezoso de tres dedos y quizás en las aves.

Clínica (sintomatología)

Presenta un periodo de incubación de 4 a 8 días (rango entre 3 y 12 días). El cuadro clínico, la fiebre por virus Oropouche, es muy similar al dengue. Cursa con fiebre elevada, dolores articulares, mialgias, cefalea, escalofríos, erupción cutánea y y a veces náuseas y vómitos persistentes hasta 5 a 7 días.. La viremia es detectable en sangre durante 5-6 días. La mayoría de los casos se recuperan dentro de los 7 días, sin embargo, en algunos pacientes, la convalecencia puede demorar semanas.

Si bien la mayoría de los procesos clínicos son autolimitados y no son graves, se han descrito casos de meningoencefalitis, de tal modo que en algunas series se recogen de un 6-7% de casos de meningoencefalitis entre los pacientes confirmados con fiebre de Oropouche. De las diferentes vías por las cuales un virus alcanza el sistema nervioso central, las dos principales serían la migración desde nervios periféricos o a través de la barrera hematoencefálica. Parece que el OROV lo hace siguiendo la ruta neuronal, desde donde alcanza la médula espinal y de ahí terminar por llegar al cerebro. Con el progreso de la infección y si se alcanzan niveles altos de viremia también puede darse la invasión a través de la barrera hematoencefálica.

Diagnóstico

El diagnóstico microbiológico no se realiza de rutina en los laboratorios nacionales.

Durante la fase aguda de la enfermedad, que dura habitualmente entre 2 y 7 días, es posible detectar el material genético del virus (ARN) por métodos moleculares (RT-PCR) en muestras de suero. Aunque también es posible detectar el ARN en líquido cefalorraquídeo (LCR) en aquellos casos que se presentan con meningitis aséptica (complicación poco frecuente de la fiebre de Oropouche). La mayoría de los métodos moleculares se basan en la detección del segmento genético conservado S.

El aislamiento viral, que se puede hacer con las mismas muestras utilizadas para la RT-PCR, no se considera un método de diagnóstico, sino una herramienta para caracterización e investigación y por tanto no se aplica de manera rutinaria ni es un requisito para la confirmación del diagnóstico.

Respecto a los métodos serológicos, los anticuerpos contra OROV en general pueden ser detectados en suero a partir del quinto día después del inicio de los síntomas.

El diagnóstico serológico de OROV está basado en métodos caseros (in-house), como la neutralización por reducción de placas (PRNT), la fijación de complemento, la inmunofluorescencia, la inhibición de la hemaglutinación y el ELISA IgM e IgG. Los anticuerpos también se pueden detectar en muestras de LCR disponibles.

En el diagnóstico diferencial es importante tener en cuenta el dengue, el virus Mayaro, la infección por virus zika o la fiebre de chikungunya.

En las zonas donde se están produciendo un número considerable de casos confirmados por OROV, la OMS recomienda que dada la presentación clínica de la fiebre de Oropouche, para la detección y seguimiento se sugiere procesar las muestras agudas (hasta 7 días de iniciados los síntomas) provenientes de la vigilancia de dengue, que cumplen con una definición de caso sospechoso de dengue, pero que resultan negativas para la detección molecular del virus del dengue.

Dependiendo de la capacidad del laboratorio y del contexto epidemiológico, se puede procesar un porcentaje de las muestras agudas negativas para detección molecular de dengue (que puede variar entre el 10% al 30%) o un número limitado de muestras representativas.

Debido a la naturaleza segmentada de su genoma, el virus OROV está sujeto a reordenamiento genómico, un fenómeno importante que genera diversidad viral dentro de la especie Orthobunyavirus oropoucheense.

Así, se han descrito varios recombinantes dentro de esta especie como los virus Iquitos, Madre de Dios y Perdões, que contienen los mismos segmentos L y S que OROV pero diferentes segmentos M. Por esta razón y para ampliar el conocimiento de este virus, la vigilancia genómica también puede ser implementada donde haya capacidad y sin dejar de lado la prioridad del diagnóstico y la detección oportuna.

Tratamiento

No existe un tratamiento etiológico dirigido. Se pueden utilizar antitérmicos y analgésicos para paliar los síntomas. Se pueden utilizar antiinflamatorios una vez descartada la infección por dengue.

Prevención

La proximidad de criaderos de mosquitos a los lugares de habitación humana es un factor de riesgo importante para la infección por OROV. Las medidas de control vectorial se enfocan en la reducción de las poblaciones de mosquitos mediante la identificación y eliminación de los lugares de desarrollo y reposo de los vectores. Estas medidas incluyen:

  • El fomento de buenas prácticas agrícolas para evitar la acumulación de residuos que sirvan de sitios de reproducción y reposo.
  • El rellenado o drenaje de colecciones de agua, charcas o sitios de anegación temporal que pueden servir como sitios de oviposición de las hembras y criaderos de larvas de mosquitos.
  • Eliminación de la maleza alrededor de los predios para disminuir los sitios de reposo y refugio de los mosquitos.
Adicionalmente se deben tomar medidas para prevenir la picadura de los vectores. Entre estas medidas se encuentran:
  • Protección de viviendas con mosquiteros de malla fina en puertas y ventanas, de esta manera también se previenen otras arbovirosis.
  • Uso de prendas que cubran las piernas y brazos, sobre todo en casas donde existe alguien enfermo.
  • Uso de repelentes que contienen DEET, IR3535 o Icaridina, los cuales se pueden aplicar en la piel expuesta o en ropa de vestir, y su uso debe estar en estricta conformidad con las instrucciones de la etiqueta del producto.
  • Uso de mosquiteros impregnados o no con insecticidas para quienes duermen durante el día (por ejemplo, mujeres embarazadas, bebés, personas enfermas o postradas en cama, ancianos).
  • En situaciones de brote se deben evitar las actividades al aire libre durante el periodo de mayor actividad de los mosquitos (al amanecer y atardecer).
  • En el caso de personas con mayor riesgo de picadura como trabajadores forestales, agrícolas etc. Se recomienda el uso de prendas que cubran las partes expuestas del cuerpo.

Tomando en cuenta las características ecológicas de los principales vectores de OROV, es importante considerar que la decisión de llevar a cabo actividades de control vectorial con insecticidas depende de los datos de la vigilancia entomológica y las variables que pueden condicionar un incremento en el riesgo de transmisión. En áreas de transmisión, la fumigación con insecticidas puede ser una medida adicional, cuando sea técnicamente recomendable y factible.

También es importante realizar estudios entomológicos para conocer la presencia del virus en los mosquitos y su posible capacidad de transmisión.

Su nombre no resulta familiar.

A diferencia del zika, el dengue, la fiebre amarilla, la chikungunya, y el mayaro (descubierto hace poco en Haití), que son enfermedades transmitidas por el mosquito Aedes aegyptila fiebre oropouche es transmitida por el mosquito culex.

Y uno de los elementos distintivos de este zancudo, es que tiene un rango de acción potencialmente más amplio que el del Aedes aegypti porque se adapta mejor al frío.

«Es un mosquito subtropical que se encuentra en América del Norte, del Sur, Australia, Asia, África, el Medio Oriente y Nueva Zelanda. Es marrón, su tórax y sus alas más oscuras que el resto de su cuerpo», de acuerdo al Instituto de Ciencias Agrícolas de la Universidad de Florida, en Estados Unidos.

Y así explica su modus operandi: «Actúa en las noches y se alimenta de sangre de forma oportunista».

No se ha determinado un vector específico en la transmisión de la enfermedad, según un artículo publicado en 2016 en la Revista Peruana de Medicina Experimental y Salud Pública de Perú, pero hay varios sospechosos:

  • Coquillettidia venezuelensis
  • Ochlerotatus serrato
  • Culex quinquefasciatus
  • Culicoides paraensis
Presentación clínica

Cómo no se han documentado muchos casos, hay poca información con respecto al virus y sus consecuencias.

Un estudio publicado por la Sociedad Americana de Medicina Tropical e Higiene en 2012 establece un vínculo entre el virus de oropouche y la meningoencefalitis, una enfermedad que se caracteriza por la inflamación del cerebro y las meninges.

La investigación refiere el caso de tres pacientes que recibieron ese diagnóstico y que fueron sometidos a un análisis de fluido cerebroespinal que confirmó la presencia de oropouche en su organismo.

El estudio, en el que participaron cinco universidades brasileñas, indica que se han presentado casos severos de la enfermedad en Brasil.

Pero según la información disponible en este momento, casos como los referidos anteriormente son raros.

Gatherer explica que en la etapa inicial de la propagación del zika en América Latina, se desconocía la gravedad de los posibles efectos secundarios.

Las consecuencias se entendieron mejor a medida que los casos aumentaron.

Por ejemplo, la microcefalia se presenta en mujeres embarazadas expuestas al virus en un momento específico, pero eso no se podía saber en un principio porque había muy pocos casos descritos en la literatura.

«No sabemos si el oropouche o el mayaro tienen efectos preocupantes como los del zika. Si se extendiera, lo descubriríamos», concluye Gatherer.

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Prensa LOV/CCGuerra

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