«La cultura ciudadana supone un acto de verdadera responsabilidad a la hora de la sana convivencia y ello pasa por acatar las normativas municipales, las ordenanzas y colaborar, aportar, asumir responsablemente la cuota que le toca a cada comunidad con absoluta consciencia ciudadana». Así lo explicó el dirigente social Henry Ramírez, experto, además, en temas de movilidad urbana y desechos sólidos, sobre la base de una problemática que se está presentando en los municipios con la acumulación de basura pese a que se está cumpliendo el plan de recolección.
Inidicó que, «La cultura ciudadana fue una política pública que aplicó Antanas Mockus en Bogotá, Colombia, donde, Mockus hacía referencia a que la cultura ciudadana trataba de armonizar estos tres elementos fundamentales: Moral, cultura y ley, apelando a la cultura de la gente, su nivel cultural que, a través de los valores adquiridos, poder tener una conducta adecuada para el respeto de la ciudad, de los espacios públicos que es el respeto hacia el otro ciudadano, la consciencia del ahorro, el respeto a las normas de convivencia».
Recalcó que la Cultura ciudadana partió del reconocimiento de un “divorcio” entre tres sistemas reguladores del comportamiento: ley, moral y cultura. Buscó tener en cuenta la autonomía y la fuerza relativa de la regulación cultural — que define los comportamientos aceptables de una manera que depende mucho del contexto social y cultural— frente a la regulación jurídica y a la regulación moral individual. Pretendió ayudar a cambiar conscientemente la mutua regulación de los comportamientos entre las personas cuando se encuentran en contextos como el espacio público, el transporte público o los espectáculos públicos y, así mismo, cambiar la regulación de las interacciones entre ciudadanos y funcionarios, interacciones que fortalecen la ciudadanía del ciudadano o la destruyen y que correlativamente crean o aniquilan un sentido de autoridad imparcial.
Ramírez, refuerza el planteamiento de Mockus en lo moral: «Él (Antanas Mockus) apelaba a la moral de la gente, porque, le hacía ver a la colectividad cómo cada acto individual de irresponsabilidad e irrespeto eran castigables, desde el punto de vista moral por los demás, porque afectaba la ciudad y a la convivencia ciudadana».
Pese a la ‘campañita’ que tienen algunos políticos para tratar de minimizar el esfuerzo que se está haciendo, la Alcaldía de San Francisco, por ejemplo, viene redoblando acción para mantener limpio el municipio, pero, pareciera que a solo horas de que las cuadrillas del aseo recogen los desechos, vuelve a ser visible la cantidad de basura como si es que nadie pasó a recoger.
Para nadie es un secreto que, la sostenibilidad de un plan va asociada a la capacidad autogestionaria o de utilización de los recursos, pero, tampoco es secreto los chucutos y tardíos que llegan a las municipalidades estos recursos, por tanto, es conveniente que la comunidad comience a asumir una cultura ciudadana.
En ese sentido Ramírez explicaba -tomando como base a Mockus- que «si estos dos elementos -cultura y moral- de autocontrol y autoregulación no operaban, debía venir la aplicación de la ley a través de la sanción al irrespeto, al incumplimiento, porque, es precisamente la impunidad lo que hace del mal habito un habito permanente».
A redoblar campañas
En Maracaibo, San Francisco y varios de los municipios del estado Zulia, se aprecia la misma problemática. Los funcionarios del Aseo Urbano, así como los del barrido manual, pasan por una zona, recogen la basura, limpian el espacio y en menos de mediodía, el lugar está como si nadie hubiese pasado ¿Por qué pasa esto?
Ramírez considera que «es necesario redoblar campañas mediáticas para generar una reacción consciente en las personas y reforzar la necesidad de crear esa consciencia ciudadana vital para la sana movilidad urbana, pero deben ser campañas sistemáticas, permanentes, duraderas, creativas y tenían su penetración. Hay que trascender la campaña solo por redes sociales, la gente debe observar en la ciudad, que la ciudad misma le hable a la gente y le recuerde que a mayor consciencia colectiva mejor ciudad tendremos todos y es por ello que las campañas deben extenderse a otros ámbitos, quizá utilizados en otros tiempos y que ya, por la presencia de las redes, no se utilizan».
A parte de las campañas por las redes, el dirigente social Henry Ramírez, destaca «la necesidad de reimpulsar las campañas radiales y televisivas, campañas a través de vallas publicitarias, incluso, campañas móviles en autobuses; campañas en las paradas del transporte público, en los parques y plazas, de modo tal que haya siempre un estímulo visual que nos recuerde como ciudadanos que debemos habituarnos a tener esa cultura ciudadana que debemos cultivar».
«Así como se exige, porque es lo correcto», según enfatiza, el respeto a las normas de tránsito, a no tragarse los semáforos en luz roja, a no hacer cruces o giros en U donde no se debe, a no contravenir el flechado, a no pararse sobre el rayado peatonal o no estacionar sobre las aceras quitándoles el paso a los peatones, también es necesario que la colectividad asuma su responsabilidad con el tema de la basura, porque, es un esfuerzo enorme el que se hace para poder mantener limpias las ciudades.
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Prensa LOV/CCGuerra