“Todo allá adentro es inhumano”, dice el familiar de una de las mujeres detenidas, en el contexto de las manifestaciones postelectorales, y trasladadas hasta el Centro de Formación para Procesadas Femeninas La Crisálida, en Los Teques, estado Miranda.
En cada celda de La Crisálida hay entre 15 y 18 mujeres aproximadamente, quienes reciben solo dos tobos de agua para bañarse, cepillarse y lavar la ropa.
De acuerdo con el relato que brindaron los parientes al Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP), las mujeres solo se lavan sus partes íntimas y el resto del cuerpo lo asean con toallas húmedas, de esta forma rinden el agua para todas las compañeras de celda. Se turnan por días para lavarse el cabello.
“Dos se lavan el cabello un día, otras dos se lavan el cabello otro día y así van”, denuncian los familiares.
Por las inadecuadas condiciones de higiene las privadas de libertad se contagiaron de piojos y las custodias no permiten que los familiares les lleven champú antipiojos. “Mientras no tengan buen aseo personal van a seguir teniendo piojos”, aseguran los parientes.
Además hacen sus necesidades en letrinas, muy cerca de las celdas, y algunas mujeres han presentado infección urinaria.
En el Centro de Formación para las Procesadas Femeninas La Crisálida hay, al menos, 100 presas políticas, según fuentes consultadas. Sin embargo, oficialmente se desconoce esta información.
A las presas políticas les dieron una colchoneta muy delgada para dormir en literas, pero son tan finitas que los tubos de la cama las lastiman cuando duermen y una solución que encontraron las reclusas fue unir dos colchonetas y dormir en parejas en cada cama.
“Hay otras que se van para el piso y están en el piso porque no aguantan los tubos de las camas”.
En menos de una semana se registraron dos traslados en este recinto carcelario en horas de la noche. El primero ocurrió el 18 de octubre, después de una requisa en la que presuntamente golpearon a las detenidas, y el segundo fue el 23 de octubre, en el cual se llevaron a 126 mujeres al Instituto Nacional de Formación Femenina (INOF), también en Los Teques.
En ambos casos se trató de privadas de libertad por motivos sociales. Y ninguno de los operativos los confirmó oficialmente el Ministerio para el Servicio Penitenciario.
Mala alimentación
Además de las inadecuadas condiciones de higiene, los familiares denunciaron al OVP que las mujeres no comen bien. En las visitas, que son cada 15 días, las ven notablemente más delgadas.
Las denuncias recibidas apuntan a que las privadas de libertad comen arepa dura con mortadela, carne molida con pasta o arroz, o arroz con auyama. Además, señalan que los alimentos a veces tienen cabellos, saliva o descompuestos.
“Sé de otras mujeres que pasan hasta ocho días sin comer casi, porque les da ganas de vomitar lo que les llevan”.
Con respecto al agua, los familiares aseguran que no es apta para el consumo humano. En consecuencia, algunas reclusas presentan problemas gastrointestinales. También se enferman con infecciones urinarias porque hacen sus necesidades en baños, muy cerca de las celdas.
Humberto Prado, director del OVP, recordó que el Estado venezolano ofrece un trato cruel e inhumano a las personas privadas de libertad, en especial a las mujeres.
“Las mujeres tienen derecho a la vida, a la dignidad, a la integridad personal, física, psíquica y moral. Tienen derecho de igualdad de trato, a que tengan la oportunidad de peticionar ante las autoridades y les den una respuesta adecuada, a tener derecho al debido proceso, su abogado de confianza y a no ser discriminadas en ningún momento”, dijo.
Las reclusas en La Crisálida tampoco hacen actividades durante el día o toman sol, pasan el tiempo dentro de las celdas hacinadas. Y recientemente a los familiares les ha llegado la información de que presuntamente deberán cumplir con orden cerrado.
Requisa humillante y malos tratos
Las mujeres que visitan a las presas, detenidas en este recinto de Los Teques, son sometidas a requisas vejatorias. En una de las recientes visitas las custodias obligaron a las parientes a quitarse la ropa, a brincar tres veces, a pujar y a abrir sus partes íntimas.
“Luego nos tiran la ropa al piso y nos mandan a vestir”.
Además los familiares deben vestir con sandalias, pantalón azul sin rasgaduras, camisa blanca, el cabello suelto y sin prendas. “En una requisa se enfocaron mucho más en la comida, la destruyeron para dejarla pasar. Ahora no nos dejan ni llevarles agua porque la directora dice que podemos envenarlas, qué mente tan maquiavélica va a pensar que nosotras vamos a envenenar a nuestros familiares”.
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Prensa Observatorio Venezolano de Prisiones
Prensa LOV/CCGuerra