CONTANDO HISTORIAS| La quinta Ninfa de la plaza Bolívar

A los 51 años vende su cuerpo, es parte de la rutina de trabajo, así camina la quinta Ninfa de la Plaza Bolívar.

cortesía
Una Ninfa  que ha recogido mundo. (Cuando se es madre no importa vender el cuerpo).

Contando historias por qué todos necesitamos ser escuchados y caminando por el centro de la ciudad de Maracaibo, entre las historias de heroicas mujeres tal como se refleja en mi mente justo al mirar la casa de la capitulación, Ana María campos gritando a Morales o capitulas o mondas; o tal vez sentir escalofrió al recordar la historia del gran cangrejo de la Caballero esa mujer que según el amor la llevó a la muerte, intrigrosa historia a medio contar.

Me dispongo a buscar el personaje, objetivo de mi día, consulto a la primera y es un intento fallido y me sugiere a una señora adulta  y me acerco, me presento. Logro su conversa y me indica donde podemos sentarnos.

Le pregunto  a la mujer que me mira y sonríe sin poses con mucha confianza luego de saludarla y darle un apretón de mano.

Dime tu nombre, de inmediato me dice su nombre que para mí es Ninfa, María, Juana, Carmen, o tal vez Magali, practico el resguardo de identidad.

¿Qué tiempo tienes trabajando en la plaza?

Ninfa -Tengo como dos meses y medio.

Me dice que fue abandonada por su mamá.

¿A qué edad te abandonó tu mamá?

La ninfa –  mi  mamá me abandonó de un mes de nacida quedé al cuido de mi abuela y la familia de mi papá.

Así fui creciendo con la abuela y una tía  hasta que la abuela murió y desde los 22 años yo he recorrido mundo, salí embarazada pero el papá al  enterarse que estaba embarazada me dejó sola desde allí he luchado por mi hijo.

Le pregunto Ninfa ¿estudiaste? y me dice con firmeza.

Ninfa. Si, yo estudie hasta  tercer grado y me gustaría sacar el bachillerato.

Sonríe con gracia, una sonrisa con carencia de dentadura producto de la falta de cuidados y carencias de la vida.

¿Cuantas veces a la semana haces este trabajo?

La ninfa. Yo tengo más de una semana que no vengo  pero no tengo nada que comer, lo hago  por mi hijo, porque  tiene una condición.

Me cuenta la dificultad económica y me hace tragar grueso, a uno que no carga un bolívar encima, pero me doy cuenta que hay algunos que tienen más problemas que uno, que la realidad está allí en la calle en las plazas y en la vida de las calles.

Pregunto.

¿Te has conseguido  algo que no te ha  disgustado?

¿Cómo haces, arrugas?

Ninfa- Arrugo pero pa’ lante .

Arruga la frente y continúa conversando.

¿Muchachos jóvenes te han buscado?

Ninfa- Si la semana pasada me buscó un muchacho de 18 años y estuve con él y ya.

La sentí incomoda con mi pregunta. Y me dice que el único hombre que le gusta es un señor que tiene 54  el que me está ayudando me indica, reafirma es el que quiero, ya no quiero estar más aquí, le digo, estás enamorada mujer.

¿Hay controles en la plaza?

La ninfa- Aquí hay muchos “vergueros” con acento muy propio del pueblo, prosigue, aquí no hay amigos solo conocidos solamente.

No sé, yo llego aquí y me siento, hay una que dice, aquí no, allá y no le paro, voy y me siento aquí, porque ya tuve problemas, me agarré y todo, yo venía antes pero ya no quiero problemas.

¿Cuándo te acuestas, en que piensas?

La Ninfa-Formar una familia con él, eso es lo que añoro, es lo que quiero, le pido a Dios me saque de aquí

¿Y si consiguieras trabajo formal? y repite.

La Ninfa -Eso es lo que quiero he metido currículo en todos lados  y nada, no me llaman.

Exclamó y miró a la catedral ¡los tiempos de Dios son perfectos¡

Consulto algo que siempre converso con un colega, que seguro se la ha topado en la plaza, El Guille.

¿Qué costo tiene la pieza?

La Ninfa – Aquí hay de un dólar, dos dólares, a la que yo voy cuesta cinco. Me río y ella también con familiaridad.

¿Y al acompáñate, le pides pago adelantado? como hacemos los periodistas con los políticos jajajajj  lo que me saca una carcajada, pero sigo con el estómago angustiado le estoy quitando el tiempo de trabajo.

La ninfa- si claro adelantado nada fiao, me tiene que pagar porque uno sufre mucho.

Y para cerrar ¿algún político de los que deambulan por la plaza te ha buscado?

Ninfa – No ninguno.

Le digo no has tenido suerte como Blanca Ibáñez se ríe y dice no he tenido esa suerte. Son tantas mujeres que venden su cuerpo por poder o por cargos que esta mujer robusta parece una ninfa caminado por la plaza, merece mi respeto porque cada quien conoce la gotera que cae en sus casas, logro que me diga algo bueno.

Que tiene casa propia que Pablo Pérez y Omar Prieto se portaron bien con comida. Pero siempre hay un pero, Manuel no las ha atendido.

Me exclama hoy no tengo ni pasaje, le ofrezco que si logramos insertarla al trabajo honrado ya eso es un premio a la labor del buen pastor y no periodístico.

La quinta Ninfa de la plaza Bolívar

La ninfa de la plaza o la quinta ninfa, tiene color indio, cobre y semeja una Ninfa humilde que es fiel cuidadora, que resguarda la historia y vivencias, son ellas las mujeres apedreadas por muchos, tal como María Magdalena a quien redimió Jesús y otros que las aman, buscan su sexo y compañía.

Solo diré ellas también son Ninfas caminadoras, doy un abrazo y doy gracias a Dios por  todo lo que me ha dado.

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Magali Briceño

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